Sin embargo, cuando hablamos acerca de ella da la impresión que guardamos siempre la distancia necesaria para que no se nos identifique con ella, nuestra relación tiende a ser im-personal; pareciera que la mentira o el mentir dirán cosas que se referirán en segundas y terceras personas del singular o del plural o, bien, en una primera persona del singular o plural siempre y cuando sean ficticias.
Del debate algo quedó claro, que nuestra relación con la mentira no es clara; está atravesada, no sabemos si sustentada o nutrida, de nuestras angustias, miedos, dudas, deseos e, incluso, esperanzas [muchas veces frustradas – incumplidas] y, si esto es correcto, entonces quiere decir que forma parte de nuestra existencia diaria; es como si, en ocasiones, fuese una especie de recurso necesario para la sobrevivencia de la comunidad, esto es, que en la comunicación humana la mentira se convierte algunas veces en un dispositivo que hace posible algún tipo de entendimiento orientado a la permanencia social.
Esa relación un tanto obscura con la mentira se dificulta aún más cuando su sentido y significado lo contrastamos con la verdad, pero, y ésta es otra cuestión, ¿qué es la verdad o qué hace que algo sea verdadero? ¿Cómo caracterizar la mentira si no sabemos qué sea la verdad? ¿No es que tendemos a otorgar a la verdad un valor cuasi absoluto de naturaleza positiva y, a la mentira, como su contraria, un valor intrínsecamente negativo y, por tanto, todo lo que tenga que ver con esta última dice relación a la injusticia, al engaño y, en ese sentido, un grave atentado contra los valores de la convivencia?
No obstante estamos también obligados a preguntarnos si debemos decir siempre la verdad, si lo contrario significa clara y rotundamente que, por tanto, mentimos; cuándo y porqué una persona pierde todo derecho a que se le diga la verdad o en cuáles condiciones y situaciones a que se le oculte la verdad.
Es muy probable que aun cuando no sepamos con claridad qué sea la verdad ésta quede, en última instancia, mejor parada que la mentira y, diariamente, defendemos casi a rabiar el derecho a decir que estamos como instalados en lo verdadero y, de la misma manera y con la misma intensidad, a que la mentira y el mentir no es lo nuestro, que nos es alieno, extraño y hasta ridículo. Pero, ¿es así?
Luego del diálogo compartido en esta sesión, comparto aquí unas notas sueltas en torno al tema. Discurrir racionalmente sobre la mentira supone - paradójicamente - partir de la verdad, es decir, asumir la verdad como punto de partida (verdad y mentira son términos correlativos y complementarios; no puede existir uno sin el otro). Sin embargo, al lidiar con la vida, no podemos permanecer siempre en la verdad; se da la necesidad de mentir, no tanto por maldad (aunque a veces sucede), sino para protegernos y proteger a otros (simplemente, para poder vivir y convivir). El ser humano no podría sobrevivir en el mundo si jamás dijera una mentira. Esto, empero, no es una justificación moral de la mentira en sentido radical; no se puede mentir todo el tiempo (es linguisticamente imposible). La mentira parece admisible moralmente, pero sólo a ratos, en ocasiones (como las mentiras "piadosas", o "blancas"), si hay buenas intenciones (e.g., proteger a un niño) y algo de razón (de otro modo, no tendría poder de convencimiento)... sólo un ser humano que no tuviera en absoluto miedo o verguenza, tanto de sí mismo como de los demás, podría decir siempre la verdad. Sin embargo, para ello necesitaría además tener un conocimiento infalible de las cosas (¿podría ser entonces un ser humano?)...
ResponderEliminarPara decir la verdad siempre no se necesitaria un conocimiento infalible de las cosas porque solo se diria lo que se supiera y con decir " no se" sobre lo demas bastaria. Una chica me dijo una vez " está bueno mentir a veces", y no voy a seguir escribiendo..
EliminarHouse, en el mismo capítulo, con mucha filosofía y jocosidad dijo: "la verdad comienza en las mentiras"
ResponderEliminarSaludos
Hay una frase de Nietzche que reza: "el valor de un hombre debe medirse por la cantidad de verdad que es capaz de soportar". La verdad es tan dificil de soportar, que cuando nos llega queremos creer que es mentira. House dice en el episodio, que la humanidad (usada como adjetivo) esta sobrevalorada, yo diria que esto es cierto, pero que no esta sola pues tiene como gran compañera la verdad.
ResponderEliminarHay una canción del Grupo Niche que en parte dice "Quien no ha dicho una mentira..." En fin, la mentira "apunta" hacia nosotros o nosotros hacia ella. Si como han dicho algunos filósofos, la verdad se complace en ocultarse; tal vez la complacencia de la mentira es expresarse sin más, aunque en ese intento tenga que recurrir a la verdad.
ResponderEliminarLa mentira a diferencia de la verdad no es aburrida; se relaciona -de hecho- con el fingimiento, con la broma y con la tomadura de pelo. La mentira es humana, demasiado humana.