jueves, 21 de abril de 2011

TODOS MIENTEN


La Sesión del 29 de abril próximo pasado trató, a partir de un Episodio de la serie televisiva Dr. House, el tema que da título al mismo, Todos Mienten. Mucho más allá de un debate centrado en los detalles del episodio, este último hizo posible el espacio para la reflexión y el análisis en torno a una cuestión no sólo interesantísima sino también compleja: la mentira. Las palabras de una de las protagonistas del episodio fueron importantes: “La mentira no es lo que se dice, pero es lo que se hace”.
Sin embargo, cuando hablamos acerca de ella da la impresión que guardamos siempre la distancia necesaria para que no se nos identifique con ella, nuestra relación tiende a ser im-personal;  pareciera que la mentira o el mentir dirán cosas que se referirán en segundas y terceras personas del singular o del plural o, bien, en una primera persona del singular o plural siempre y cuando sean ficticias.
Del debate algo quedó claro, que nuestra relación con la mentira no es clara; está atravesada, no sabemos si sustentada o nutrida, de nuestras angustias, miedos, dudas, deseos e, incluso, esperanzas [muchas veces frustradas – incumplidas] y, si esto es correcto, entonces quiere decir que forma parte de nuestra existencia diaria; es como si, en ocasiones, fuese una especie de recurso necesario para la sobrevivencia de la comunidad, esto es, que en la comunicación humana la mentira se convierte algunas veces en un dispositivo que hace posible algún tipo de entendimiento orientado a la permanencia social.
Esa relación un tanto obscura con la mentira se dificulta aún más cuando su sentido y significado lo contrastamos con la verdad, pero, y ésta es otra cuestión, ¿qué es la verdad o qué hace que algo sea verdadero? ¿Cómo caracterizar la mentira si no sabemos qué sea la verdad? ¿No es que tendemos a  otorgar a la verdad un valor cuasi absoluto de naturaleza positiva y, a la mentira, como su contraria, un valor intrínsecamente negativo y, por tanto, todo lo que tenga que ver con esta última dice relación a la injusticia, al engaño y, en ese sentido, un grave atentado contra los valores de la convivencia?
No obstante estamos también obligados a preguntarnos si debemos decir siempre la verdad, si lo contrario significa clara y rotundamente que, por tanto, mentimos; cuándo y porqué una persona pierde todo derecho a que se le diga la verdad o en cuáles condiciones y situaciones a que se le oculte la verdad.  
Es muy probable que aun cuando no sepamos con claridad qué sea la verdad ésta quede, en última instancia, mejor parada que la mentira y, diariamente, defendemos casi a rabiar el derecho a decir que estamos como instalados en lo verdadero y, de la misma manera y con la misma intensidad, a que la mentira y el mentir no es lo nuestro, que nos es alieno, extraño y hasta ridículo. Pero, ¿es así?