domingo, 22 de agosto de 2010

¿Cuál sería el mejor sistema para la formación del ciudadano en Panamá?


El viernes 13 de agosto celebramos el segundo encuentro del café filosófico en el cual se abordó la compleja cuestión referente al tipo de sistema que requerimos para la formación del ciudadano en nuestro país.

Dos cosas quedaron claras: que cualquiera que sea el sistema, éste tenderá -dada su naturaleza entrópica- al desgaste, lo cual exige que se incorporen permanentemente elementos que permitan mantenerlo en función y evitar su colapso. Lo segundo es que dada la naturaleza homeostática del sistema, éste alcanzará estados de equilibrio, los cuales pueden variar dependiendo de la dinámica de las variables que lo conforman.

Viéndolo desde este punto de vista, habría entonces que preguntarse por los niveles de entropía del sistema educativo panameño y si encuentra en un estado alejado del "punto de equilibrio". En la medida en que podamos responder a estas interrogantes podremos aventurar hipótesis razonables en relación al sentido de la educación panameña.

Durante la exposición, el presentador hizo una comparación entre lo que él llamó "sistema público" en contraposición al "sistema privado". Independientemente de si se puede hablar de "sistema público" y de "sistema privado", el hecho cierto es que se originó una apasionada discusión en relación a las bondades de uno y de otro. 

Pero volviendo a la cuestión, ¿el problema de la formación se reduce a la dicotomía público-privado?, ¿en qué sentido, el atributo 'es público' implica 'es ineficiente o  de mala calidad' y 'es privado' implica 'es eficiente o de buena calidad'? ¿La opción por lo privado, con qué fines educativos se comprometería? ¿Sería más barato para el Gobierno financiar directamente la educación poniendo en manos de los padres el dinero para que éstos elijan libremente el tipo de educación que le dan a sus hijos?

El tratamiento de la cuestión origina -como se habrá visto- otras interrogantes que deberíamos tratar de responder y debatir. Los invitamos, pues, a continuar con el debate.